Desde hace ya algún tiempo, unido a mi pasión por la educación, en general, y la inteligencia emocional, el deporte, la salud y la escritura, en particular; se ha despertado, prácticamente al mismo ritmo, un sentimiento que ha ido haciéndose cada más fuerte: poder ayudar a los demás a partir de mi trabajo y, al mismo tiempo, mi pasión. Seguro que habrás escuchado hablar, en más de una ocasión, las sensaciones increíbles que se experimentan cuando se ayuda a los demás sin más objetivo que el mero hecho de hacerlo por encima del beneficio que se produzca en otros, pero hasta que no lo vives, como sucede con cualquier experiencia, no lo crees ni lo sientes del mismo modo.  

Por suerte, durante estos años he tenido la oportunidad de hacer, junto con mis compañeros, pequeños proyectos solidarios de colaboración para diferentes asociaciones, organizaciones, colectivos y/o personas, que me han permitido alimentar ese pequeño sentimiento a nivel personal, pero sobre todo, con la intención de conseguir inculcar a los niños, junto a sus familias, este tipo de valores tan enriquecedores que al final siempre suman.

A día de hoy, si ha habido un proyecto que ha podido dar respuesta, de forma extraordinaria, a esa necesidad a través de mis pasiones, ha sido el PROYECTO COMANDO PROTECTOR DE SONRISAS , ya que tener la oportunidad de escribir un libro que pueda convertirse en una herramienta, alternativa o ayuda para niños, familias y educadores, en relación a un tema tan delicado y sensible como el de la convivencia y la prevención del acoso escolar, y que, además, los beneficios de la venta del libro vayan destinados íntegramente a mejorar las vidas de niños con discapacidad, lo convierten en un auténtico regalo que, sin duda, no tiene precio.