PROTOCOLO DE ACOSO ESCOLAR, ¿ES LA SOLUCIÓN?

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Después del ajetreo habitual del comienzo de las clases levanto la mirada para comprobar que ya son las diez de la mañana y que, con un poco de suerte, podré terminar un documento que debo enviar con urgencia, pero un enérgico golpeo en la puerta me hace presagiar que no será así. Un miembro de la comunidad educativa se sienta para denunciar que cree que un niño del centro está sufriendo acoso. Seguidamente y casi sin tiempo para digerir y procesar una información siempre delicada, me pregunta: «¿vas a iniciar el protocolo de acoso escolar? Tenemos un protocolo para estas situaciones, ¿verdad?».

El protocolo de CLM establece que ante la denuncia de un miembro de la comunidad educativa, el director/a deberá iniciar un protocolo de acoso escolar pero, ¿realmente es la solución?

Coincidirás conmigo en que vivimos, ahora más que nunca, rodeado de protocolos. Sea cual sea el problema que surja, ahí deberíamos tener o, en su caso, elaborar un protocolo que nos salve y nos ayude. Además son sinónimo de organización y prestigio, de tal manera que puede que no hayas hecho nada por resolver un problema, pero si tienes un buen protocolo es posible que nadie dude de tu profesionalidad y buen hacer. Sin embargo, puedes haber realizado numerosas actuaciones para mejorar la situación pero si no quedan debidamente registradas siguiendo el correspondiente protocolo, pobre de ti.

Es evidente que, en cierto modo, nos allanan el camino, nos indican qué pasos debemos seguir y homogenizan las actuaciones de todo el mundo en relación al modo de afrontar una situación determinada, pero precisamente, es esto último lo que nos encorseta y nos obliga, en muchas ocasiones, a tomar medidas que no son las más adecuadas e, incluso, pueden agravar la situación, ya que, como sabemos, las cosas no son blancas o negras, buenas o malas, sino que todo tiene multitud de matices y puntos de vista que deberíamos considerar si verdaderamente queremos tener éxito, especialmente si lo que tratamos de abordar son problemas de convivencia en un centro educativo, la cual se encuentra siempre afectada por numerosos agentes y factores que la convierten en un proceso muy complejo y delicado.

En este sentido, parece existir una creencia social que consiste en pensar que si alguien denuncia una situación de acoso, lo es y por tanto, la aplicación inmediata de un protocolo lo resolverá, sencillamente porque nos solemos poner, casi inconscientemente, en el extremo, sensibilizándonos y visualizando esa situación grave de acoso en la que se dispone de evidencias y pruebas importantes que señalan con claridad al acosado y los acosadores y donde la aplicación adecuada de un protocolo nos ayudará indudablemente pero, ¿qué ocurre cuando el caso denunciado no es tan claro y evidente? ¿Sabías que el protocolo determina establecer medidas cautelares inmediatas contra los presuntos acosadores? Esto es perfecto si estás en lo cierto pero, ¿si no es así? ¿Estamos agravando el problema?

Quizá pienses que estoy loco pero abrir un protocolo inmediatamente después de una denuncia con sus correspondientes medidas cautelares vendría a ser, salvando las distancias, como si vas al médico con un dolor de estómago, este coge un bisturí, te abre, ve lo que tienes dentro, te cose y te pone un tratamiento. Si tenías algo grave se convertirá en la persona más importante de tu vida porque la detección temprana claramente te ha salvado, pero si te dice que no es nada importante, que con unos días de reposo y dieta blanda se soluciona, es posible que te entren ganas de demandarlo por el proceso que has tenido que pasar y las secuelas que te hayan podido quedar, ¿verdad?

Nadie debería perder de vista que la apertura de un protocolo de acoso escolar supone un importante revuelo y tensión para la vida de un centro, ya que la sombra de la sospecha y los procedimientos inmediatos e incómodos que implica llevar, hacen que además de los supuestamente implicados, todos, absolutamente todos (maestros, alumnos y familias), estemos a la defensiva, y este, desgraciadamente, no es el mejor ingrediente para resolver, precisamente, un problema de convivencia.

Con todo ello, no pretendo demonizar los protocolos, sino más bien sensibilizar a maestros/as, alumnos/as y familias que un protocolo es una herramienta más que, usada en el momento adecuado puede ser valiosa, pero incluso perjudicial si se hace precipitadamente, más si cabe, si los protocolos te obligan a tomar medidas y encontrar responsables rápidamente. Por suerte para nuestros niños, el porcentaje de casos graves y evidentes de acoso escolar es bajo, mientras que son más habituales los problemas de convivencia menos evidentes y claros que igualmente deben ser abordados, aunque estos, queramos aceptarlo o no, requieren de mucho trabajo de prevención, observación, empatía, sensibilidad, paciencia y tiempo, mucho tiempo para encontrar medidas justas y adecuadas a cada caso.

Si ya has decidido que lo mejor es iniciar un protocolo de acoso escolar aquí te dejo a Samy y Cloe que te explican de forma breve y sencilla los pasos que deberías seguir, extraída del protocolo de acoso escolar establecido por la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha. Espero que te sea de utilidad. ¡Ánimo y mucha suerte!

¿Te gustaría conocer recursos y herramientas para la mejora de la convivencia y prevención del acoso escolar en tu aula?

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