¿LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN DEPENDE SOLO DE UN «BUEN» MAESTRO/A?

Hace unos días un buen amigo, padre de dos hijos en edad escolar, con la intención de darle mi opinión, como docente que además apuesta por este tipo de educación, compartía conmigo un breve vídeo del famoso César Bona en el que habla de la importancia de dialogar con nuestros alumnos, de escucharlos, hacerlos protagonistas y del trabajo emocional como base de una educación innovadora que mejore el rendimiento e implicación de estos en el proceso educativo.

Lo cierto es que conforme iba escuchando sus palabras tuve dos sentimientos encontrados que me generaron la necesidad de escribir y compartir algo sobre lo que, quizás, lleve mucho tiempo reflexionando y esta haya sido la oportunidad perfecta para hacerlo.

Por un lado, después de más de quince años intentando incorporar, de diferentes formas, este tipo de trabajo relacionado con la inteligencia emocional en el aula, sentía esa normal complicidad, fruto de compartir gran parte de lo que dice, pero, al tiempo, surgía otro sentimiento en forma de reflexión que parecía dormido y cada vez iba cobrando más intensidad y fuerza respecto al otro: «¿es posible que se esté empezando a llevar las cosas al extremo y, casi sin darnos cuenta, se idealice este tipo de educación como la única llave del aprendizaje para nuestros alumnos e hijos?».

Vivimos en un mundo digital donde cada día se comparten millones de vídeos de todo tipo y no cabe duda que es una buena oportunidad escuchar experiencias de profesionales de la docencia que inspiren y motiven a otros compañeros y familias a conseguir una educación más innovadora y efectiva, pero también es cierto que, a veces, con estas historias o experiencias se transmite a la sociedad, tal vez inconscientemente, la idea general de que con escuchar al niño, preguntarle qué le gusta hacer o modificar todo en base a ello, va a mejorar notablemente casi como por arte de magia. 

Es cierto y no seré yo, precisamente ahora, quien cuestione que aumentan las posibilidades, pero creo que la educación y el aprendizaje son procesos bastante más complejos y dependen de muchos otros factores sobre los que, en muchas ocasiones, ni los propios docentes tenemos, desgraciadamente, la posibilidad de influir. Además, de este modo se va construyendo lentamente la percepción social de que el niño solo aprende en la medida que el maestro es «bueno» o es «capaz de motivarlo», eximiendo, en ese preciso instante, toda responsabilidad del alumno hacia ello, cuando todos sabemos que para aprender o para realizar cualquier cambio en nuestras vidas necesitamos una mínima intención o interés por hacerlo.

En este sentido, tengo la sensación de que, en general, cada vez más necesitamos alimentarnos de motivaciones externas para conseguir nuestros objetivos. Las redes están inundadas de mentores, coachs, entrenadores personales, ídolos, influencers y todo tipo de personas que, bien con sus consejos o con sus vidas, nos motiven a conseguir cambiar o mejorar las nuestras, dejando de lado lo que realmente nos mueve y es importante para ser constantes y alcanzar aquello que queremos: nuestra motivación interna.

Por ello, no cabe duda que es fundamental motivar a nuestros alumnos e hijos, pero al tiempo, enseñarles a que se responsabilicen de su aprendizaje y de lo que realmente quieren en la vida, buscando la forma y mecanismos para motivarse ellos mismos, aceptando y comprendiendo que para alcanzar un objetivo, sea cual sea, tendremos que hacer o enfrentarnos a cosas que no son precisamente divertidas y que eso no debería suponer un obstáculo, sino una oportunidad de superación y crecimiento.

No me cabe duda que, con la mejor intención, se cuentan estas historias que a veces suceden con algunos de nuestros alumnos, demostrándote que haciendo las cosas de otro modo se consiguen cambios importantes y que todo el esfuerzo, aunque sea por un solo alumno, ha merecido la pena. Pero, a la vez, y obviando, evidentemente, aquellos casos en los que existen problemas o dificultades de aprendizaje, no se cuentan ni comparten la cantidad de veces que lo hemos hecho con alumnos de características parecidas y no hemos conseguido absolutamente nada; bueno sí, frustrarnos y sentir que no somos un maestro suficientemente bueno o que no hemos hecho lo necesario para llegar a él, sin tener en cuenta que ese alumno ha carecido en todo momento de uno de los aspectos más importantes del aprendizaje que dependen única y exclusivamente de cada uno de nosotros: la intención.

De este modo, siento que la educación, en general, está influenciada por muchísimos factores que la sociedad, en muchas ocasiones, desconoce y que, indudablemente, la calidad del aprendizaje depende de un buen maestro, pero también de un buen aprendiz, siendo a partir de esa relación recíproca y continúa basada en el dar y recibir donde se puede construir una verdadera educación de calidad. 

Por ello, si la sociedad comienza a asumir la responsabilidad que le corresponde según el papel que le toca desempeñar dentro del complejo mundo de la educación, será más sencillo mejorar y caminar hacia una educación de mayor calidad y enriquecedora para todos.

Gracias por leer y compartir. Si te apetece dar tu opinión, ¡adelante!

¿Te interesa la animación a la lectura? ¿Prevención acoso escolar? ¿Inteligencia emocional? ¿Autoestima? ¿Actitud ? ¿Inclusión?

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2 comentarios en “¿LA CALIDAD DE LA EDUCACIÓN DEPENDE SOLO DE UN «BUEN» MAESTRO/A?”

  1. La calidad de la enseñanza, no tiene un patrón fijo, que sirve para todos los alumnos/as en general.
    La sociedad avanza más rápida que la escuela, y la escuela intenta adaptarse lo más rápido y de la mejor manera posible, con calidad, con innovación, con buena intención y mucha motivación…
    Pero eso no quita que se deban abandonar conductas, hábitos, emociones y responsabilidades de todos/as.
    No podemos ir en contra de la sociedad, pero tampoco dejarnos llevar… no hay q olvidar que la educación no se da solo en el cole, sino en cada casa, en cada familia, con cada docente, en la calle, en internet… y en cada niño/a.
    Es una co-responsabilidad.
    Es una responsabilidad compartida donde cada interviniente tiene que ser responsable…hay q educar en el éxito, pero mas importante en el fracaso; hay q educar en la capacidad del esfuerzo, del bienestar y superación personal, en compartir, en ayudar…
    No debemos caer en el error de q siempre haya una recompensa por hacer o conseguir algo, existen obligaciones, deberes, responsabilidades… el padre educa y enseña , el cole enseña y educa, el alumno aprende, enseña y ha de ser responsable con su rendimiento académico, y con sus comportamientos… y cada uno debe cumplir su parte. La autonomía del alumnado es algo que cada vez cuesta más conseguir, y para que haya cálidas tb hemos de ser más autónomos… lo que no significa no trabajar en equipo.
    El diálogo, la comunicación es fundamental, pero para hablar, es más importante escuchar… y està es una habilidad cada vez más en desuso… y que se debería retomar.

    1. Qué interesante todo lo que describes, Almudena. Todo ello es necesario, sin duda, aunque lo más complejo es encontrar el equilibrio y esa responsabilidad compartida de todas las partes, tan necesaria. Muchas, muchas gracias por tu aportación.

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